El Museo de Calcos y Escultura Comparada “Ernesto de la Cárcova” inaugura su Taller Tipográfico en el que se desarrollarán diversas actividades abiertas a toda la comunidad.
Gracias a Patricio Gatti -docente en la Maestría en Tipografía, FADU-UBA impresor de libros artesanales, fotógrafo y restaurador de imprentas históricas- quien coordinó los trabajos de puesta en valor de la Prensa de mano Krause, patrimonio de la institución, se ha podido poner en marcha este nuevo desafío.
Las actividades se inician el 22 de abril con el intensivo “Taller de Afiches Tipográficos” dictado por Ro Barragán y Patricio Gatti de una jornada de 6 horas de duración, que se repetirá mensualmente.
Gracias a Patricio Gatti -docente en la Maestría en Tipografía, FADU-UBA impresor de libros artesanales, fotógrafo y restaurador de imprentas históricas- quien coordinó los trabajos de puesta en valor de la Prensa de mano Krause, patrimonio de la institución, se ha podido poner en marcha este nuevo desafío.
Las actividades se inician el 22 de abril con el intensivo “Taller de Afiches Tipográficos” dictado por Ro Barragán y Patricio Gatti de una jornada de 6 horas de duración, que se repetirá mensualmente.
Restauración de Prensa de mano Krause del Taller Tipográfico de la Cárcova
Este tipo de prensas “manuales” son máquinas muy apreciadas por los impresores de libros artesanales, libros de alta calidad que son atesorados por bibliófilos; en ellas se tiene el control de todas las variables y es el impresor quien las gobierna.
Las prensas de este tipo tuvieron un auge muy corto en la historia de la imprenta. Por trescientos cincuenta años el reinado lo tuvo la prensa de madera, descendiente directa de la prensa de Gutenberg. Cuando se empezó a trabajar con fundición de hierro, la prensa de madera se convirtió en prensa de fundición: la única diferencia es el material con el que está construida y el tamaño que se consigue en el tímpano de presión por la resistencia del hierro.
Antes una prensa de madera debía imprimir un pliego de dos páginas de un libro in folio, en dos operaciones; con el nuevo material esos dos pasos se redujeron a uno, aumentando la velocidad de trabajo. La primera prensa de hierro fue la Stanhope, se fundió por primera vez en 1800 e inmediatamente se empezaron a replicar y mejorar en distintos lugares de Europa.
Pocos años después se empezaron a desarrollar otro tipo de máquinas, con otro concepto, tendientes a atender producciones mayores y aparecen las primeras minervas para trabajos de formato pequeño y las primeras prensas cilíndricas para trabajos de formatos mayores. En poco tiempo las prensas manuales de hierro, herederas de la prensa de Gutenberg, quedaron como bellísimos y modestos sacapruebas.
La restauración de prensa del Museo Ernesto de la Cárcova propició un interesante debate con especialistas en prensas históricas -Erik Desmyter y Patrick Gossens- y se pudo esclarecer que se trata de una prensa Krause, ya que hasta este momento se pensaba que era una Dingler. El equipo se encontraba en completo desuso y con un estado de herrumbre avanzado por posibles mojaduras y procesos muy largos de deterioro, pero en términos generales, recuperable. Se trata de máquinas muy simples tecnológicamente y muy robustas.
En 2016 se comenzó el proceso de restauración que llevó aproximadamente tres meses. Se desarmó completamente, pieza por pieza, tornillo por tornillo, se le fabricaron las piezas faltantes y las rotas o desgastadas, se pintó íntegramente y se volvió a armar. Hoy está lista para inaugurar una nueva etapa. En este trabajo participaron Lorena Pradal, Mark Wallis, Hernán Lescano, María Eugenia Roballos y Patricio Gatti. Valentino Cappelloni documentó fílmicamente todo el proceso. El Museo les agradece a todos ellos su invalorable aporte.
Más información
Taller de Afiches Tipográficos
Extensión Cultural
carcova.extension@una.edu.ar
Este tipo de prensas “manuales” son máquinas muy apreciadas por los impresores de libros artesanales, libros de alta calidad que son atesorados por bibliófilos; en ellas se tiene el control de todas las variables y es el impresor quien las gobierna.
Las prensas de este tipo tuvieron un auge muy corto en la historia de la imprenta. Por trescientos cincuenta años el reinado lo tuvo la prensa de madera, descendiente directa de la prensa de Gutenberg. Cuando se empezó a trabajar con fundición de hierro, la prensa de madera se convirtió en prensa de fundición: la única diferencia es el material con el que está construida y el tamaño que se consigue en el tímpano de presión por la resistencia del hierro.
Antes una prensa de madera debía imprimir un pliego de dos páginas de un libro in folio, en dos operaciones; con el nuevo material esos dos pasos se redujeron a uno, aumentando la velocidad de trabajo. La primera prensa de hierro fue la Stanhope, se fundió por primera vez en 1800 e inmediatamente se empezaron a replicar y mejorar en distintos lugares de Europa.
Pocos años después se empezaron a desarrollar otro tipo de máquinas, con otro concepto, tendientes a atender producciones mayores y aparecen las primeras minervas para trabajos de formato pequeño y las primeras prensas cilíndricas para trabajos de formatos mayores. En poco tiempo las prensas manuales de hierro, herederas de la prensa de Gutenberg, quedaron como bellísimos y modestos sacapruebas.
La restauración de prensa del Museo Ernesto de la Cárcova propició un interesante debate con especialistas en prensas históricas -Erik Desmyter y Patrick Gossens- y se pudo esclarecer que se trata de una prensa Krause, ya que hasta este momento se pensaba que era una Dingler. El equipo se encontraba en completo desuso y con un estado de herrumbre avanzado por posibles mojaduras y procesos muy largos de deterioro, pero en términos generales, recuperable. Se trata de máquinas muy simples tecnológicamente y muy robustas.
En 2016 se comenzó el proceso de restauración que llevó aproximadamente tres meses. Se desarmó completamente, pieza por pieza, tornillo por tornillo, se le fabricaron las piezas faltantes y las rotas o desgastadas, se pintó íntegramente y se volvió a armar. Hoy está lista para inaugurar una nueva etapa. En este trabajo participaron Lorena Pradal, Mark Wallis, Hernán Lescano, María Eugenia Roballos y Patricio Gatti. Valentino Cappelloni documentó fílmicamente todo el proceso. El Museo les agradece a todos ellos su invalorable aporte.
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