La cultura de los olmecas, fue quizá uno de los primeros pueblos mesoamericano en cultivar el arte de la escultura.
Sus obras más representativas, son sus cabezas de gran tamaño (algunas llegan a los tres metros de altura), pero también desarrollaron una escultura de menor talla.
Entre las temáticas a las que dedicaron las primeras, las de mayor monumentalidad, estaban las de figuras humanas y las de seres sobrenaturales, mezclas de rasgos antropomorfos y zoomórficos. Otro de sus temas, es el puramente animal, sobre todo las representaciones del jaguar, pero también de monos o serpientes, entre otras especies.
Las esculturas de menor tamaño están basadas en formas humanas, principalmente en dos tipos: representaciones verticales y otras de impresión más robusta.
Dentro de la cultura mesoamericana, anterior a la llegada de los europeos, destacaron dos grandes civilizaciones, la maya y la azteca. Por eso, la escultura precolombina tuvo su mayor desarrollo en México y América Central, donde se asentaron esas civilizaciones.
El arte azteca es, fundamentalmente, un arte al servicio del Estado, un lenguaje utilizado por la sociedad para transmitir su visión del mundo. De marcado componente político-religioso, el arte azteca se expresa a través de la música y la literatura, pero también de la arquitectura y la escultura, valiéndose para ello de soportes tan variados como los instrumentos musicales, la piedra, la cerámica, el papel o las plumas. Lo primero que llama la atención es la asimilación azteca de las tradiciones artísticas anteriores y la impronta personal que otorgaron a sus manifestaciones.
El arte azteca es violento y rudo pero deja entrever una complejidad intelectual y una sensibilidad que nos hablan de su enorme riqueza simbólica.
Sus obras más representativas, son sus cabezas de gran tamaño (algunas llegan a los tres metros de altura), pero también desarrollaron una escultura de menor talla.
Entre las temáticas a las que dedicaron las primeras, las de mayor monumentalidad, estaban las de figuras humanas y las de seres sobrenaturales, mezclas de rasgos antropomorfos y zoomórficos. Otro de sus temas, es el puramente animal, sobre todo las representaciones del jaguar, pero también de monos o serpientes, entre otras especies.
Las esculturas de menor tamaño están basadas en formas humanas, principalmente en dos tipos: representaciones verticales y otras de impresión más robusta.
Dentro de la cultura mesoamericana, anterior a la llegada de los europeos, destacaron dos grandes civilizaciones, la maya y la azteca. Por eso, la escultura precolombina tuvo su mayor desarrollo en México y América Central, donde se asentaron esas civilizaciones.
El arte azteca es, fundamentalmente, un arte al servicio del Estado, un lenguaje utilizado por la sociedad para transmitir su visión del mundo. De marcado componente político-religioso, el arte azteca se expresa a través de la música y la literatura, pero también de la arquitectura y la escultura, valiéndose para ello de soportes tan variados como los instrumentos musicales, la piedra, la cerámica, el papel o las plumas. Lo primero que llama la atención es la asimilación azteca de las tradiciones artísticas anteriores y la impronta personal que otorgaron a sus manifestaciones.
El arte azteca es violento y rudo pero deja entrever una complejidad intelectual y una sensibilidad que nos hablan de su enorme riqueza simbólica.