Arte Oriental

El arte antiguo de la India está íntimamente ligado a las religiones. Debe ser comprendido y juzgado en el contexto de las necesidades ideológicas, estéticas y rituales de su civilización. Estos propósitos adquirieron forma en el siglo I a.C. y han demostrado una considerable perseverancia a lo largo de los siglos. La visión hindú-budista-jainí del mundo depende de la resolución de la paradoja central de toda existencia, según la cual el cambio y la perfección, el tiempo y la eternidad, la inmanencia y la trascendencia funcionan como partes de un único proceso. En tal situación no puede separarse la creación del creador y el tiempo debe ser entendido como una matriz de la eternidad.

Aplicado al arte divide el universo de la experiencia estética en tres elementos diferentes pero relacionados entre sí: los sentidos, las emociones y el espíritu. Lo que, aplicado a la escultura en su volumen, plasticidad, composición y valores estéticos lleva a superar la dicotomía entre la carne y el espíritu por medio de una sensualidad y voluptuosidad deliberadas. La cultura india manifiesta la voluptuosidad con una libertad de expresión poco común en occidente. La pequeña colección de calcos originarios de esta cultura que el Museo ofrece de dioses canónicos del hinduismo y el budismo como las cabezas de Buda de distintas regiones y épocas o el Shiva Nataraja (danzante) son el exponente claro de estas propuestas.
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