Consigna: Hace muchísimos años los aztecas construyeron sus pirámides, te invitamos con este juego a armar tu propia construcción.
Edad sugerida: 8 a 13 años
Edad sugerida: 8 a 13 años
Para conocer más sobre el mito de Coyolxauhqui y Huitzilopochtli te invitamos a leer el siguiente texto:
Coatlicue, la diosa de la tierra y madre de los dioses y los hombres, estaba un día barriendo el templo en el cerro, cuando cayó del cielo una bola de plumas que guardó en su bolsillo, y así, de manera mágica quedó embarazada. El que estaba en su panza era nada menos que Huitzilopochtli, el dios del sol.
Cuando la hija de Coatlicue, la diosa de la luna Coyolxauhqui supo que su madre estaba embarazada, sintió celos y habló con sus hermanos, las 400 estrellas. Decidieron matar a su madre. Pero desde adentro de la panza, Huitzilopochtli se enteró de lo que estaban por hacer la luna y las estrellas, por eso nació rápidamente, vestido como un guerrero y armado con una espada parecida a una serpiente de fuego. Le dio forma de hacha, y se enfrentó en una lucha con su hermana la luna, a la que venció y mató. El cuerpo desmembrado de Coyolxauhqui fue cayendo por la ladera de los cerros. Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, con lo que se convirtió en la Luna. Después Huitzilopochtli persiguió a las cuatrocientas estrellas, que se dispersaron por el cielo. Desde entonces el dios solar fue el señor del fuego, de la guerra, de las batallas y de las tácticas bélicas. Y es por esto que la luna va muriendo y volviendo a nacer durante 28 días, derrotada por el sol. La luna y el sol, son dos hermanos en guerra, que nunca se juntan. Cada noche, cuando el sol, símbolo de vida, desaparece en el horizonte, se hunde en el mundo de los muertos, en la oscuridad, para luego resucitar al día siguiente.
Coatlicue, la diosa de la tierra y madre de los dioses y los hombres, estaba un día barriendo el templo en el cerro, cuando cayó del cielo una bola de plumas que guardó en su bolsillo, y así, de manera mágica quedó embarazada. El que estaba en su panza era nada menos que Huitzilopochtli, el dios del sol.
Cuando la hija de Coatlicue, la diosa de la luna Coyolxauhqui supo que su madre estaba embarazada, sintió celos y habló con sus hermanos, las 400 estrellas. Decidieron matar a su madre. Pero desde adentro de la panza, Huitzilopochtli se enteró de lo que estaban por hacer la luna y las estrellas, por eso nació rápidamente, vestido como un guerrero y armado con una espada parecida a una serpiente de fuego. Le dio forma de hacha, y se enfrentó en una lucha con su hermana la luna, a la que venció y mató. El cuerpo desmembrado de Coyolxauhqui fue cayendo por la ladera de los cerros. Huitzilopochtli tomó la cabeza de su hermana y la arrojó al cielo, con lo que se convirtió en la Luna. Después Huitzilopochtli persiguió a las cuatrocientas estrellas, que se dispersaron por el cielo. Desde entonces el dios solar fue el señor del fuego, de la guerra, de las batallas y de las tácticas bélicas. Y es por esto que la luna va muriendo y volviendo a nacer durante 28 días, derrotada por el sol. La luna y el sol, son dos hermanos en guerra, que nunca se juntan. Cada noche, cuando el sol, símbolo de vida, desaparece en el horizonte, se hunde en el mundo de los muertos, en la oscuridad, para luego resucitar al día siguiente.